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Venezuela fue considerada una de las democracias mejor establecidas de América Latina, con gobiernos electos desde 1958 en adelante. Sin embargo, a partir del inicio de la década de 1990 el sistema político se hizo inestable. Buena parte de la crisis se debió a la generalizada percepción de corrupción y derroche que los venezolanos tenían de sus gobernantes. Los venezolanos dejaron de creer en sus instituciones: el sector público fue relacionado con corrupción, manejo clientelar e ineficiencia. El Poder Judicial fue considerado como incapaz de impartir justicia y altamente orientado por el Ejecutivo o por el poder económico. Efectivamente, un estudio de las Naciones Unidas para el Desarrollo que se llevó a cabo en 1998 concluyó que sólo el 0,8% de la población tenía confianza en el sistema judicial. |