Reseña:
|
Un hipotético juez de vieja estirpe dogmático-positivista enfrentado al clima de opinión políticamente inducido en torno a una sentencia, como, por ejemplo, la del caso Marey, -que, todo hay que decirlo, él nunca habría podido dictar- correría, seguramente, un riesgo de infarto. De “iniquidad” e “injusticia”, habló González, y Belloch imputó al tribunal haber decidido como lo hizo “porque no le convenía políticamente absolver...”. Se trata de un significativo botón de muestra bien apto para ilustrar sobre un ambiente creado en torno a la jurisdicción, así convertida en el campo –en ocasiones como la evocada, realmente de batalla- en el que, a veces, se dirimen, aunque sea por anómala inducción instrumental, las cuestiones y los conflictos más diversos. |