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La evolución y la progresión de las conductas antisociales desde la infancia a la adolescencia es una de las variables que se debe tomar en consideración a la hora de evaluar la carrera delictiva del menor y poder hacer un pronóstico de cara a la prevención, por ser éstas posibles predictores de futuras conductas delictivas (Farrington y West, 1990; Hoeve, Blokland, Dubas, Loeber, Gerris, Van der Lann, 2008; Redondo y Pueyo, 2007). En este sentido, la literatura recoge diversos modelos evolutivos (i.e., Loevinger, 1976) que describen la progresión de distintos patrones de conductas en etapas. Todo indica que el desarrollo de las conductas antisociales se produce de forma ordenada; de facto, las conductas delictivas forman parte de un patrón más amplio de desarrollo desviado que se inicia con conductas predelictivas de tipo disruptivo (Caseras, Fullana y Torrubia, 2002). Por consiguiente, la conducta delictiva sigue un proceso de evolución lineal, en el que confluyen diversos factores de riesgo a nivel biológico, psicológico-individual y sociocomunitario, que se van perpetuando y agravando con el tiempo (Arce y Fariña, 2007). En el presente trabajo realizaremos una primera aproximación; en concreto, ahondamos en la relación del ajuste clínico y el comportamiento antisocial en menores de alto y bajo riesgo de desviación social, además analizamos la patología clínica desde la perspectiva psicosocial del desarrollo. Para ello se ha efectuado un diseño factorial completo 2x2 (riesgo social X evolución natural), ambos con dos niveles, alto vs. bajo en riesgo social y medida 1 vs. medida 2 en la evolución natural, sobre la patología clínica. En este caso, se ha verificado que el factor natural explica el perfil patológico de los menores. Por último, se discuten los resultados y se extraen conclusiones para la prevención y el tratamiento. |