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Uno de los fenómenos más interesantes en el actual panorama de las ideas públicas lo constituye la creciente importancia de las instituciones. Que el desarrollo institucional incide en los grados de crecimiento y de bienestar, constituye hoy día una opinión ampliamente extendida que, sin embargo, hasta hace unas pocas décadas, era apenas inmaginable. Hasta hace unos pocos años la convicción parecía ser la opuesta: el desarrollo político e institucional era –se creía- una variable dependiente del desarrollo económico. Hoy sabemos que la calidad de las instituciones es una variable de la que depende el desarrollo económico y que el nivel de confianza socialmente disponible y la disposición a hacer esfuerzos, depende, en buena medida, de la capacidad institucional de los países para aumentar la previsibilidad de las acciones, disminuyendo la sombra del futuro. Era esta una vieja verdad injustamente olvidada. |